Foto:A.G.N
Cementerio de Norte (1881)
De las obras de embellecimiento urbano, la iniciativa propia más fuerte que Buschiazzo pudo concretar fué la remodelación del Cementerio del Norte.
Enfrentó al grueso de los higienistas más reconocidos, quienes propugnando el cierre definitivo, se apoyaban en la idea de que la transmición de enfermedades por las miasmas de los procesos de descomposición de los cadáveres, indicaban el cierre y el traslado del enterratorio más lejos del centro, ya que el crecimiento de la ciudad incorporaría, tarde ó temprano, la zona al ejído urbano.
Entonces propone una solución técnica al problema que le permite revertir la situación; la clave pasa por el envoltorio de los cadáveres, un correcto cierre hermético de los ataúdes y la práctica de la cremación, que toma de las últimas corrientes higienistas italianas y francesas, de las que poseía información y que estaban en plena discusión en Europa, al tiempo que él las pone en práctica en Buenos Aires.
Solución que le permitió fundamentalmente refuncionalizar lo que hasta entonces era un espacio de servicio antihigiénico y convertirlo en un lugar de alta significación simbólica, incorporandolo a los circuítos cualificados de la ciudad.
Confeccionando una estrícta reglamentación al respecto, emprende el retrazado del cementerio casi como un ejercicio de urbanismo, avenidas principales, diagonales y calles arboladas, pavimento y desagues fueron parte de un vasto operativo que implicó la remoción de tumbas, el pórtico define el nuevo caracter monumental: de orden dórico griego (sin base), el peristílo tetrástilo está ornamentado en su cornisamiento por túmulos, triglifos y metopas, cuyos bajorrelieves se refieren al tiempo, la resurreción y la eternidad.
Es Monumento Histórico Nacional.
Fotos:Fabio Perlin
Recientemente ha sido destrozado el mármol de los escalones del pórtico, en una polémica intervencion del Gobierno de la Ciudad que ha sido repudiada por entidades patrimoniales y la defensoria del pueblo de la Ciudad.
1 comentario:
Los argumentos contra la sepultura tradicional eran invenciones masónicas para imponer, sobre todo, la práctica de la cremación, en odio al catolicismo.
En Inglaterra, Alemania o Rusia, que no son países católicos, en las ciudades se sepultaba y aún se sepulta igual que en la Recoleta sin que ninguna peste (por lo menos de tan macabro origen) asolara a los vecinos. El olor, ya se sabe, molesta pero no mata.
Aquí tampoco ocurrió nada de eso. Las pestes que despoblaron Buenos Aires (y no es un decir sino una realidad) fueron la fiebre amarilla (aguas en mal estado, servidas o estancadas) y una que otra muy feroz de cólera, que se determinó provenía de marineros extranjeros con disentería que la autoridad portuaria no controlaba.
De tdoas formas, durante el gobierno de Martín Rodríguez y más tarde en el de Rosas, se llevaron a cabo importantes obras hidráulicas en la ciudad encargadas al francés Pierre Benoit, padre de quien diseñara la ciudad de La Plata, entre otras obras. Pasarían más de 35 años antes de encarar la necesaria y urgente obra de abastescimiento y saneamiento hidráulico de la ciudad.
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